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La pena de muerte en EEUU en frías cifras


La pena de muerte en EEUU en frías cifras

El número de sentencias a la pena capital descienden, pero continúan sobre el centenar anual
YOLANDA MONGE | Washington 20/09/2011

Las cifras -son optimistas- dicen que las ejecuciones en Estados Unidos han decrecido un 12% comparado con el año 2009 y más del 50% desde 1999. La cantidad de nuevas sentencias es casi el mismo que en 2009, la más baja en 34 años (112), según informa el Centro de Información para la Pena de Muerte (DPIC, siglas en inglés, organización cuyo objetivo es aportar datos a la población sobre lo costosa que es la pena de muerte, sin entrar en valoraciones morales). Datos para pensar que quizá, a finales de este siglo, Estados Unidos rechace un castigo propio de dictaduras y países subdesarrollados.

Las cifras también dicen que Estados Unidos es junto a Arabia Saudí, China, Irán y Yemen uno de los países que más personas somete a la máxima pena cada año (en el mundo se ejecutaron legalmente el año pasado 527 personas, según Amnistía Internacional, aunque los datos sobre China son esquivos y podrían superar a los miles).

Cada cierto tiempo, un caso aviva el debate -más fuera de Estados Unidos que dentro, desgraciadamente- sobre un método cruel, inhumano y atávico que sigue vigente en 36 Estados de la Unión y ya ha sido abolido en 14. El último en sumarse a esta tendencia fue Illinois el pasado mes de marzo. En esta ocasión, se trata de Troy Davis, cuyos abogados consideran que su juicio estuvo plagado de defectos de forma e incluso siete testigos se han retractado de lo que declararon en su momento y ya no apuntan su dedo acusador hacia el condenado en 1991 por el asesinato de un policía.

Números hay muchos cuando se habla de pena de muerte en el país más poderoso de la Tierra. Números como que solo en el Estado de Texas se han matado legalmente a 474 personas desde que la pena capital fue reinstaurada por el Tribunal Supremo de EE UU en 1976 tras dos años de moratoria. A Texas le sigue Virginia con 109 y Oklahoma con 96.

Números como el que dice que un 42% de las personas que esperan su turno en el corredor de la muerte son negras (a pesar de que solo suponen un 12% del total de la población del país); un 44% son blancos; un 12% son hispanos y un 2% pertenecen a otras razas. El Estado que mayor número de presos tiene encerrados esperando la muerte es California (607).

Más del 75% de las víctimas de asesinato cuyo caso acaba en una sentencia a muerte eran blancas, a pesar de que solo el 50% de los asesinados son de esa raza.

Y de nuevo, los datos para la esperanza. Desde 2005 no se ejecuta a jóvenes por orden del Tribunal Supremo. Desde 2002 tampoco se acaba con la vida de aquellas personas con discapacidades o enfermedades mentales. Y en un capítulo aparte siempre se detalla la relación de las mujeres con la máxima pena. Desde el año 76 solo se ha acabado con la vida de 12 mujeres. Con fecha de abril de 2010 residían en los corredores de la muerte 62 mujeres -el 1,9% del total de la población que espera morir a manos del Estado-.

Hablando de frías cifras, además de salvaje, la pena de muerte es cara. Cada ejecución le cuesta al Estado de Carolina de Norte más de dos millones de dólares. En Texas, la cifra es muy similar y supone tres veces el coste de tener a alguien encerrado en una cárcel de máxima seguridad durante 40 años. En Florida, mantener en pie el mortal sistema asciende a 51 millones al año, lo que supone que cada una de las 44 ejecuciones que ha tenido ese Estado desde 1976 ha costado 24 millones cada una. El DPIC es responsable de un estudio que en principio podría sonar cínico. Su título: "Reconsiderando la pena de muerte en tiempos de crisis".

Siguiendo con la cifras, muchos son los Estados que en estos momentos tienen la aplicación de sus ejecuciones parada debido a que tienen cero dosis de uno de los tres fármacos que se inyecta en las venas del condenado para acabar con su vida.

El Supremo de California tiene bloqueadas las ejecuciones debido a la escasez del anestésico que duerme al reo antes de que se le induzca un coma rápido y se le produzca una parada cardiorespiratoria que acabe con su vida. En Kentucky sucede lo mismo. En Arizona vivían la misma situación kafkiana hasta que, según han informado los medios de comunicación de ese Estado, la penitenciaría importase el pentotal sodio desde el Reino Unido.

Hospira, el único laboratorio que produce en EEUU el Pentotal -nombre comercial- asegura que no podrá proveer de nuevas dosis hasta principios de 2011 por problemas de producción que no especifica. Lo que se esconde detrás de la decisión de la compañía es el rechazo a que un sedante con fines médicos -se vende a las prisiones para operaciones quirúrgicas- sea usado para causar la muerte a alguien.


PENA DE MUERTE

La pena de muerte, pena capital o ejecución consiste en provocar la muerte o asesinar a un condenado por parte del Estado, como castigo por un delito establecido en la legislación; los delitos por los cuales se aplica esta sanción suelen denominarse «delitos capitales».

PENA DE MUERTE

La pena de muerte, pena capital o ejecución consiste en provocar la muerte o asesinar a un condenado por parte del Estado, como castigo por un delito establecido en la legislación; los delitos por los cuales se aplica esta sanción suelen denominarse delitos capitales.



PENA DE MUERTE EN EE.UU: CIFRAS


El número de sentencias 
a la pena capital descienden, 
pero continúan sobre el centenar anual


Las cifras -son optimistas- dicen que las ejecuciones en Estados Unidos han decrecido un 12% comparado con el año 2009 y más del 50% desde 1999. La cantidad de nuevas sentencias es casi el mismo que en 2009, la más baja en 34 años (112), según informa el Centro de Información para la Pena de Muerte (DPIC, siglas en inglés, organización cuyo objetivo es aportar datos a la población sobre lo costosa que es la pena de muerte, sin entrar en valoraciones morales). Datos para pensar que quizá, a finales de este siglo, Estados Unidos rechace un castigo propio de dictaduras y países subdesarrollados.


Las cifras también dicen que Estados Unidos es junto a Arabia Saudí, China, Irán y Yemen uno de los países que más personas somete a la máxima pena cada año (en el mundo se ejecutaron legalmente el año pasado 527 personas, según Amnistía Internacional, aunque los datos sobre China son esquivos y podrían superar a los miles).


Cada cierto tiempo, un caso aviva el debate -más fuera de Estados Unidos que dentro, desgraciadamente- sobre un método cruel, inhumano y atávico que sigue vigente en 36 Estados de la Unión y ya ha sido abolido en 14. El último en sumarse a esta tendencia fue Illinois el pasado mes de marzo. En esta ocasión, se trata de Troy Davis, cuyos abogados consideran que su juicio estuvo plagado de defectos de forma e incluso siete testigos se han retractado de lo que declararon en su momento y ya no apuntan su dedo acusador hacia el condenado en 1991 por el asesinato de un policía.


Números hay muchos cuando se habla de pena de muerte en el país más poderoso de la Tierra. Números como que solo en el Estado de Texas se han matado legalmente a 474 personas desde que la pena capital fue reinstaurada por el Tribunal Supremo de EE UU en 1976 tras dos años de moratoria. A Texas le sigue Virginia con 109 y Oklahoma con 96.


Números como el que dice que un 42% de las personas que esperan su turno en el corredor de la muerte son negras (a pesar de que solo suponen un 12% del total de la población del país); un 44% son blancos; un 12% son hispanos y un 2% pertenecen a otras razas. El Estado que mayor número de presos tiene encerrados esperando la muerte es California (607).


Más del 75% de las víctimas de asesinato cuyo caso acaba en una sentencia a muerte eran blancas, a pesar de que solo el 50% de los asesinados son de esa raza.


Y de nuevo, los datos para la esperanza. Desde 2005 no se ejecuta a jóvenes por orden del Tribunal Supremo. Desde 2002 tampoco se acaba con la vida de aquellas personas con discapacidades o enfermedades mentales. Y en un capítulo aparte siempre se detalla la relación de las mujeres con la máxima pena. Desde el año 76 solo se ha acabado con la vida de 12 mujeres. Con fecha de abril de 2010 residían en los corredores de la muerte 62 mujeres -el 1,9% del total de la población que espera morir a manos del Estado-.


Hablando de frías cifras, además de salvaje, la pena de muerte es cara. Cada ejecución le cuesta al Estado de Carolina de Norte más de dos millones de dólares. En Texas, la cifra es muy similar y supone tres veces el coste de tener a alguien encerrado en una cárcel de máxima seguridad durante 40 años. En Florida, mantener en pie el mortal sistema asciende a 51 millones al año, lo que supone que cada una de las 44 ejecuciones que ha tenido ese Estado desde 1976 ha costado 24 millones cada una. El DPIC es responsable de un estudio que en principio podría sonar cínico. Su título: "Reconsiderando la pena de muerte en tiempos de crisis".


Siguiendo con la cifras, muchos son los Estados que en estos momentos tienen la aplicación de sus ejecuciones parada debido a que tienen cero dosis de uno de los tres fármacos que se inyecta en las venas del condenado para acabar con su vida.


El Supremo de California tiene bloqueadas las ejecuciones debido a la escasez del anestésico que duerme al reo antes de que se le induzca un coma rápido y se le produzca una parada cardiorespiratoria que acabe con su vida. En Kentucky sucede lo mismo. En Arizona vivían la misma situación kafkiana hasta que, según han informado los medios de comunicación de ese Estado, la penitenciaría importase el pentotal sodio desde el Reino Unido.


Hospira, el único laboratorio que produce en EEUU el Pentotal -nombre comercial- asegura que no podrá proveer de nuevas dosis hasta principios de 2011 por problemas de producción que no especifica. Lo que se esconde detrás de la decisión de la compañía es el rechazo a que un sedante con fines médicos -se vende a las prisiones para operaciones quirúrgicas- sea usado para causar la muerte a alguien.

CLAMOR MUNDIAL CONTRA UNA EJECUCIÓN EN ESTADOS UNIDOS



Un condenado a muerte en EE UU pide clemencia a dos días de su ejecución
Troy Davis fue declarado culpable de matar a un policía en 1989

Las pruebas y testimonios que empleó la fiscalía se han desmoronado




Troy Davis, de 42 años, se enfrenta este lunes a la última oportunidad que le concede la justicia norteamericana. Han sido 20 años de apelaciones en el caso del homicidio, en 1989, del agente de policía Mark McPhail, por el que se condenó a Davis a muerte en 1991. Desde entonces, las pruebas y testimonios que empleó la fiscalía se han desmoronado. Pero todos los recursos judiciales, hasta en las más altas instancias judiciales de Estados Unidos, han acabado en derrotas para Davis y su familia. Debería de morir, por inyección letal, el miércoles por la tarde.

Hoy su equipo legal ha presentado su último recurso posible ante un comité de indultos del Estado de Georgia, que debe decidir si le conmuta la sentencia. "Creemos que hemos demostrado que existen dudas sustanciales en este caso", dijo uno de los abogados de Davis, Stephen Marsh, en la audiencia de este lunes. Apelación tras apelación, los abogados de Davis han ido presentando testimonios de siete testigos que, en el juicio inicial, inculparon a Davis, pero que luego han cambiado sustancialmente su versión de los hechos.

Existen en este momento sospechas razonables de que uno de esos testigos, Sylvester Coles, fue el homicida, según él mismo habría admitido ante una vecina de Savannah, Quiana Glover. Ésta reveló en una declaración jurada que Coles así lo admitió en 2009, en una fiesta en la que había consumido abundantes cantidades de alcohol. Coles, precisamente, fue el primero en delatar a Davis ante la policía, y sobre su testimonio se construyó, en gran parte, el caso.

Sin móvil concreto

En 1989, la policía detuvo a Davis después de encontrar al agente McPhail, padre de dos niños, muerto por tres disparos en el aparcamiento de un restaurante Burger King. Había acudido allí, mientras estaba fuera de servicio, a ayudar a un mendigo que había sido atacado. En el juicio inicial, el jurado no dudó en declarar culpable a Davis, a pesar de que no se le atribuyera un móvil concreto o se encontrara un arma identificable.

La corte de apelaciones que ha analizado el caso este lunes, que consta de cinco miembros, no anularía el veredicto de 1991, sino que podría conmutarle a Davis la sentencia por una cadena perpetua. En 2008 ese mismo tribunal ya rechazó la petición de los abogados de la defensa de Davis, pero desde entonces ha habido nuevas revelaciones en el caso. Además, tres de los miembros de ese tribunal han sido reemplazados.

Si la corte falla de nuevo en contra del perdón, Davis morirá en una prisión en Jackson, en el estado de Georgia, el miércoles a las siete de la tarde (una de la madrugada en la España peninsular). Sería el cuarto intento de aplicarle la pena máxima. Y el último y definitivo, ya que ha agotado todas las apelaciones posibles.

Manifestación a favor de Davis

La familia del agente fallecido en 1989 ha mantenido en la audiencia de este lunes la culpabilidad de Davis. Exige que se le aplique la condena dictada inicialmente. La madre del agente, Anneliese McPahil, dijo el sábado en una comparecencia ante las cámaras de televisión que la muerte de Davis le dará "algo de paz".

Numerosas organizaciones humanitarias e instituciones internacionales, como Amnistía Internacional o la Unión Europea, han pedido que no se le ajusticie. En su favor han llegado a interceder el expresidente Jimmy Carter y el propio papa Benedicto XVI. A las puertas del juzgado en que se ha celebrado la audiencia, decenas de manifestantes han mostrado pancartas en las que se leía: "Yo también soy Troy Davis".




http://www.elpais.com/articulo/internacional/condenado/muerte/EE/UU/pide/clemencia/dias/ejecucion/elpepuint/20110919elpepuint_16/Tes

AMNISTÍA INTERNACIONAL


Amnistía Internacional es una organización internacional independiente.
En 2011 tenía más de 2,8 millones de socios, activistas y voluntarios, con presencia en más de 150 países.
Su labor se centra en combatir los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación, la denuncia pública y el activismo.
Es una de las organizaciones internacionales más prestigiosas y activas del mundo.